Autor: Jordi Arrufí es Digital Transformation Projects & DLab Director en Mobile World Capital Barcelona.
Hay un divertido meme que corre últimamente por las redes… ¿Quién ha impulsado la transformación digital en su organización? a) la dirección general, b) el área de Tecnología o c) el coronavirus. ¡La ce, respuesta correcta!
Efectivamente el contexto de Covid ha sido el detonante para que muchas organizaciones, algunas más por necesidad que por convicción, migraran sus operaciones a un entorno digital.
Miles de empresas de todo el Mundo han facilitado el teletrabajo de sus profesionales; Tras un parón momentáneo, universidades y escuelas han seguido con las clases, ahora de forma telemática. Y la telemedicina ha posibilitado que servicios sanitarios atendieran a aquellos pacientes que no requerían de asistencia presencial.
«Ya estaban allí antes de la crisis del Covid-19».
Es curioso como muchas de las herramientas digitales que han permitido salvar con cierta normalidad la actividad de estos negocios en un tiempo récord, ya estaban allí antes de la crisis del Covid-19.
Es más, seguramente ya eran conocidas por muchos de los equipos directivos que han aprobado ahora su uso ¿Entonces por qué no las habían aprovechado antes? Pues porque como decía Peter Drucker, «la cultura se come a la estrategia para desayunar». No puede haber una verdadera transformación sin que en lo más alto de la organización se respire una mentalidad digital.
«La digitalización supone una ventaja competitiva».
Ahora muchos de estos líderes han comprobado hasta qué punto la digitalización supone una ventaja competitiva para sus negocios. Pensad por ejemplo en la diferencia entre los comercios que estaban preparados para vender on-line y los que no lo estaban.
La actual fase de experimentación está siendo el embrión de un cambio cultural que permitirá a las organizaciones menos digitalizadas usar la tecnología como palanca para replantear sus modelos de negocio, su propuesta de valor o la manera como se relacionan con sus clientes.
También el Covid-19 ha provocado el cambio en el comportamiento de los usuarios: ahora estamos más dispuestos a consumir productos y servicios digitales.
«Las mayores crisis han sido también los mejores contextos de innovación».
Históricamente, las mayores crisis han sido también los mejores contextos de innovación. Lo que estamos viendo estos días es anecdótico si se compara con el futuro que se anticipa: internet de las cosas para optimizar procesos industriales; realidad virtual para mejorar las experiencias de aprendizaje; aplicaciones móviles para la prevención o diagnóstico precoz de enfermedades; o big data para prevenir la siguiente pandemia.
Se trata de tecnologías que en su gran mayoría ya existían y cuyo coste ha caído exponencialmente durante los últimos años. Simplemente la economía pre-Covid-19 no estaba lo suficiente madura para desplegarlas masivamente.
Aun así, seguimos teniendo un gran reto por delante. Cuando dispones de la tecnología, entiendes su potencial transformador y puedes asumir su coste, solamente te falta un ingrediente: el talento digital.
Convertir la tecnología en valor
La implementación de estos proyectos necesitará de miles de profesionales capaces de convertir la tecnología en valor. Desarrolladores de software, analistas de datos, hackers éticos, especialistas en cloud y un largo etcétera.
Una de las pocas certezas que tenemos en el contexto actual es que el sector digital será de los pocos que salga reforzado de esta crisis. Cuando superemos el bache será nuevamente motor de generación de empleo.
Resulta paradójico hablar de creación de empleo cuando hay tantos sectores que están quedando severamente tocados por la pandemia. El canal Horeca, el retail, turismo, cultura o espectáculos, entre ellos. La Organización Internacional del Trabajo calcula que en el segundo trimestre del 2020 se destruirán 195 millones de puestos de trabajo en todo el mundo.
Está por ver si las economías podrán reabsorber todos estos puestos de trabajo y cuánto tiempo tardarán. Mientras tanto, como ya pasaba antes, el sector digital no podrá cubrir todas sus vacantes.
«Reorientación de los profesionales más afectados por la crisis hacia roles más digitales».