El sector de la salud ha vivido una transformación digital sin precedentes debido ala pandemia. El uso de la tecnología se ha ampliado de forma masiva en todas las partes del sector: centros de salud, hospitales, empresas, etc. Por ello, el big data ha cobrado mayor importancia dentro de un sector cada vez más digitalizado para que los pacientes tengan la mejor experiencia en todo lo que incumbe a su salud.
De hecho, uno de los puntos más importantes de la transformación digital es que se ha puesto el foco en el bienestar del paciente para simplificar diferentes procesos. Las aplicaciones móviles médicas permiten hacer un seguimiento remoto de los pacientes y su convivencia con los tratamientos y dispositivos wearables que conllevan prácticas de autocuidado.
En este contexto, aunque el big data tenga cada vez más presencia, Diego Olavarria, director senior deep digital business para región sur en LLYC y María Eugenia Vargas, directora general de LLYC Argentina explican en El Economista que todavía no está siendo aprovechado al máximo, sobre todo en lo que se refiere al «journey del paciente». Este es el recorrido del paciente desde que experimenta los primeros síntomas de una enfermedad hasta que accede al tratamiento.
Tradicionalmente, las farmacéuticas han analizado el recorrido de los pacientes en base a entrevistas, encuestas online y estudios médicos. El problema de estos aspectos es que no permiten conocer todos los puntos de contacto que el paciente tiene en su mano para escuchar o leer algo, como pueden ser foros, redes sociales o conversaciones públicas sobre su enfermedad.
Hoy en día, las personas acceden a nuevo información de manera constante y basan sus decisiones en recomendaciones y opiniones de terceros, aunque no sean expertos, pero son referentes en el ámbito digital. «El diagnóstico involucra la aparición de los síntomas, la primera visita al médico, conocer los alcances de la enfermedad, la prevención, la posible relación con otras enfermedades, la primera información sobre los medicamentos disponibles en el mercado, los cuidados, las historias de personas que viven con la enfermedad (incluidos otros pacientes), la progresión, el tratamiento y, por último, la calidad de vida. Toda esta información se expresa en los espacios públicos, especialmente en Internet», comentan tanto Olavarria como Vargas.
En este escenario aparece el big data para acceder cruzar y analizar toda la información que permite tener una comprensión profunda del journey del paciente. Esta se basa en datos y no en intuiciones o protocolos muy estrictos que no se ajustan al paciente. Todo esto permite categorizar los datos según las etapas y diferentes aspectos de la experiencia del paciente para desarrollar diferentes perfiles basados en arquetipos. «La clave es no perderse la posibilidad de analizar e integrar la información que, desde múltiples espacios, también consume el paciente en cada etapa de su recorrido como tal», indican los autores.
Por otra parte, la persona qué analiza los datos es un actor principal, por lo que hay que contar con profesionales de diferentes áreas que tengan visiones complementarias. El objetivo es organizar e interpretas los datos de manera que puedan ser utilizados en un fin: mejorar la calidad de vida y la experiencia del paciente en todo su recorrido.