Autor: Jesús Alcoba, director de La Salle School of Business
La crisis desatada por el COVID-19 es nueva, pero lo cierto es que la gestión de equipos en tiempos de crisis no lo es. Lo que ocurre es que, cada vez que surgen nuevas dificultades, hay que volver a recuperar aprendizajes pasados y a reactivar las acciones que hacen que los equipos salgan adelante en tiempos difíciles. Desde una perspectiva de employee experience el objetivo final es garantizar que la vivencia de la crisis resulte lo menos lesiva y lo más provechosa posible, desde el punto de vista del aprendizaje. He aquí algunas pistas que pueden servir de inspiración.
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Pensar bien para trabajar bien
En cualquier crisis una pieza clave es la gestión de la información. Nuestras emociones dependen, en gran medida, de los pensamientos que albergamos, es decir, de la evaluación que hacemos sobre los acontecimientos. A su vez, nuestra productividad depende grandemente de nuestro estado emocional. De donde se deduce que la manera de pensar influye en la manera de trabajar. Y, por tanto, la información incide directamente en la productividad. Desde esta perspectiva, hay mucho que hacer en cuanto a la gestión de la información para mantener un flujo de pensamiento sereno y sano:
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Para empezar, en las crisis muchas empresas entran en situaciones de dificultad, a veces graves. Corresponde a los directivos calcular qué porción de esa información deben trasladar al equipo, en un ejercicio de transparencia, y qué información hay que mantener en un círculo reducido para no estresar en exceso a la organización. Sobre todo en aquellos casos en los que la información negativa sea únicamente especulativa. En suma: no es conveniente trasladar al equipo cualquier escenario negativo futuro, si es que este no tiene una alta probabilidad de ocurrir.
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La otra medida, puramente de higiene mental, es no saturar los canales de comunicación con información sobre la crisis. La vida profesional – y personal – de los miembros de un equipo siempre debe ser más amplia que los problemas que viven. Hacer lo contrario equivale a correr el riesgo de arrastrar al equipo a una espiral de negatividad y desesperanza. Por tanto hay que limitar la comunicación sobre la crisis, escogiendo siempre aquella información que sea solvente y esté contrastada. En esa tarea es vital conservar el buen humor, ceder en formalismos y establecer conexiones más cercanas y humanas que nunca.
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La energía lo es todo