Llevamos 6 semanas confinados para hacer frente a la pandemia del Covid-19. En estas semanas hemos vivido todo tipo de sensaciones y preocupaciones relacionadas con ámbitos muy diversos. La preocupación por nuestra propia salud y la de nuestros allegados. El desasosiego de ver las dificultades de nuestro sistema de salud para cuidar y sanar a nuestros vecinos, amigos o familiares. El vértigo de aquellos cuyos puestos de trabajo quedaron en el aire de la noche a la mañana ante la declaración del estado de alarma y la incertidumbre sobre lo que ocurriría en el futuro, tanto inmediato como a más largo plazo. La responsabilidad de teletrabajar para aquellos que pueden hacerlo, y al mismo tiempo la obligación de acompañar a nuestros hijos e hijas en el proceso de estudiar y aprender de modo mucho más autónomo, sin la presencia continua de sus profesores o profesoras para resolver sus dudas. La búsqueda de los equilibrios y la generación de rutinas que permitan mantener una cierta productividad, un equilibrio familiar y el mantenimiento de nuestra propia salud y forma física en condiciones poco favorables.
Han sido también semanas de reflexión, de dedicar tiempo a analizar las causas de la situación que estamos viviendo, de evaluar las posibles respuestas que se van proponiendo y de razonar cuáles deberán ser las respuestas y acciones que deberemos emprender en los próximos meses y años.
«Su importancia en la economía de nuestro país es crítica para que la remontada de la actividad y la sostenibilidad de la economía sea sólida».