Autor: Norbert Monfort, CX Ambassador y consultor de innovación y desarrollo
La bicicleta es uno de los pocos deportes que puedo practicar debido a mi artrosis de cadera.
Pero no hay mal que por bien no venga ya que me muestra paisajes de la vida que no vería por ir demasiado deprisa y además me hace reflexionar sobre principios, para mí, básicos de cómo afrontar este mundo tan maravilloso…
Esta columna intenta reflejar lo que para mí ha sido este año en relación con mi profesión.
1. Los tramos llanos
En los tramos llanos se trata de mantener una cadencia de pedaleo, como en la vida, lo importante en los momentos más tranquilos es mantener un ritmo.
2. Cambiar el desarrollo
Pero lo que más enseña el ciclismo es a afrontar las dificultades, las rampas de la vida, las subidas. La primera estrategia para los que solo somos aficionados y no tenemos ni piernas, ni corazón, ni pulmones para subir un puerto o una cuesta más larga de lo habitual, es cambiar el desarrollo. Si nos queremos hacer los duros o gastamos las fuerzas al empezar el puerto por no cambiar de desarrollo nos va a pasar factura.
3. No mirar al horizonte
Cuando lo haces, ves que hay una larga distancia que en el momento del esfuerzo parece que no vas a poder recorrer, o lo que es peor, no ves el final de la subida. En los problemas de la vida ocurre algo semejante: si miras al futuro no ves el final o lo ves tan lejano que te parece imposible. A mí me ayudaba mirar a corta distancia, a la próxima curva, el avanzar de la rueda…y eso no significa que no podamos tener una visión, una meta, un sueño.
4. Poner pie a tierra
En algunas rampas las fuerzas ya no te permiten pedalear y tienes que poner pie a tierra. ¡No importa! Poner pie a tierra, supone tomarte un respiro, ser realista, recuperar fuerzas y avanzar más despacio… pero avanzar.
5. Las subidas terminan
Afortunadamente las subidas terminan. Después suele venir un alivio: un tramo llano o una bajada. En estos momentos recuperamos muchas fuerzas, y la velocidad y el viento nos refrescan y las piernas se descargan.
6. Los pasos estrechos
Cuando he recorrido caminos, veía a lo lejos que el camino se hacía demasiado estrecho, que había una piedra, una rama o un obstáculo que me iba a impedir atravesar. Sin embargo, cuando ya estabas cerca te dabas cuenta de que había espacio suficiente para pasar con la bicicleta y que no había problema. En la vida sucede igual: desde la distancia del tiempo agradamos las dificultades que nos esperan, pero más tarde, cuando las tenemos encima las solemos ver más llevaderas y fáciles de afrontar. No agobiarse demasiado por lo que pueda ocurrir: cuando llegue se afrontará.
7. Disfruta del paisaje
En las subidas y dificultades nos centramos en el esfuerzo que estamos haciendo. Es bueno levantar la vista y disfrutar del paisaje que tenemos delante. La vida es un camino y aunque hay subidas costosas y dolorosas, no dejemos de mirar y admirar lo maravilloso que tenemos a nuestro alrededor.
8. Sigue la rueda
Si practicas el ciclismo con un compañero o compañera verás que es mucho más llevadero. En la subida a un puerto, tener una rueda a la que seguir siempre es un alivio… y en otros momentos tienes que entrar al relevo y ser tú el que tires del compañero. En las dificultades de la vida, se sobre llevan mejor con compañía. En algunos momentos es el otro el que tira… «y tú vas a rueda», pero si entras en los relevos, darás un respiro a tu compañero o compañera y ambos seguiréis avanzando y escalando sin parar.
9. Si te paras… te caes
Ese es un principio del ciclismo… y de la bici: si se para, te caes. Por tanto, siempre hay que estar en movimiento, más despacio o más deprisa, pero no podemos parar…
10. Para cuando lo necesites
Y el cuerpo nos da señales, escúchale. No pasa nada por parar, no estamos subidos en una bici.