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El polémico packaging que provoca la desconfianza de los consumidores en las marcas

En un contexto económico marcado por la inflación, las técnicas que utilizan las marcas para tener mayores beneficios generan polémica entre los consumidores, ya que se sienten engañados cuando el producto que compran no se corresponde con las expectativas que les genera el envase. El packaging es uno de esos casos que más han llamado la atención de los consumidores en las redes sociales durante los últimos meses.

Un estudio realizado en Alemania por la Asociación Central de Consumidores de Hamburgo afirma que las marcas llevan de aire los envases de sus productos para convencerles de que están comprando la cantidad de siempre al mismo precio, o incluso más elevado, cuando la realidad es que la cantidad es menor.

La denominada reduflación surge en periodos de alta inflación. Como explica BBVA, algunos productos disminuyen su contenido en lugar de aumentar su precio de venta, de forma que el consumidor pasa a recibir menos por el mismo precio. Se trata de una práctica legal, una manera (a veces ni ética ni transparente) de mantener el margen de beneficio del productor.

Los analistas se refieren a este fenómeno como “la inflación invisible”. Realmente, consiste en reducir la cantidad de producto que se vende al consumidor manteniendo su precio. Es una práctica que se viene realizando desde hace décadas, pero que se ha sistematizado y sofisticado en los últimos años.

La mayoría de clientes no es consciente de este cambio, pero el hecho de que determinadas marcas lo hayan normalizado provoca que incremente la desconfianza del consumidor. «El cliente siente que algo ha cambiado en los productos que adquiere en el supermercado, pero no es plenamente consciente de la magnitud del cambio», afirma Dworksy, experto que ha investigado esta situación, en el medio alemán Spiegel. Por el otro lado, las marcas deben ser conscientes de lo que supone una sola mala experiencia de cliente en términos económicos. Además, lo habitual es que el consumidor, enfadado, comparta su experiencia en redes sociales, por lo que llegará a más gente.

El problema del packaging y la reduflación

«La reduflación está sacando a relucir de nuevo su rostro más feo. Desde el punto de vista del consumidor es peor que el tradicional aumento de precios», afirma Ted Jenkin, responsable de Oxygen Financial en Atlanta. En Marketing Directo explican que la reduflación no es la única forma de engañar al consumidor. Otros casos conocidos son la «skimpflation» (reducción de la calidad del producto o servicio ofertado) y el «drip pricing» (sumar cargos adicionales al final de un pedido online).

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ya denunció que esta reducción del producto no se ve reflejada en una bajada del precio. «En una situación tan tensa es arriesgado subir los precios si la marca en cuestión no está suficientemente consolidada o no cuenta con la lealtad del consumidor», afirma Franz-Rudolf Esch, fundador y managing director de la consultora Esch The Consultants.

En el estudio mencionado anteriormente realizado por la Asociación Central de Consumidores de Hamburgo, se han elegido al azar 15 artículos del supermercado y lo han examinado con rayos X para conocer exactamente qué proporción exacta de aire y de producto hay en su interior. El resultado ha sido el siguiente: los envases de los 15 productos evaluados están llenos como mucho hasta la mitad o menos.

«Especialmente en aquellos momentos en los que los presupuestos son más ajustados, el consumidor espera que los envases de aquello que compra estén adecuadamente llenos. Sin embargo, con los envases llenos de aire los consumidores son claramente engañados por los fabricantes», declara la Asociación Central de Consumidores de Alemania.

El problema que se presenta para las marcas es que los consumidores dejen de confiar en ellas si ven que se están aprovechando de ellos. En BBVA explican cómo el cliente puede hacer frente a esta situación: «Como medida de protección básica, los expertos recomiendan consultar siempre la información disponible sobre el tamaño, peso o número de unidades de cada producto que adquirimos. A partir de ahí, hay que recurrir a una sencilla regla de tres para calcular qué porcentaje de reducción se ha practicado y compararlo con la subida de precios de competidores que no han recurrido a la reduflación y determinar con precisión cuánto producto se está adquiriendo por un determinado precio».

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