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El 77% de los trabajadores usan las redes sociales en horario laboral

¿Cuántas veces has entrado en una red social pensando que solo vas a mirar un par de cosas y cuando te das cuenta ha pasado mucho más tiempo del que pensabas? Incluso en el trabajo o cuando estás estudiando, ese descanso que iba a ser de un par de minutos puede llegar a convertirse en una gran pérdida de tiempo sin darte cuenta. En estos casos, realizamos scroll (desplazamiento continuo de la pantalla) en las redes sociales de forma impulsiva sin ser conscientes del tiempo que pasa, lo que perjudica al rendimiento en horario laboral.

Consumir contenido en las redes sociales resulta muy fácil y cómodo, accedemos a él rápidamente y es adictivo, debido a que es información superficial sencilla de procesar para nuestro cerebro. Son estímulos constantes, cortos y de gran impacto, lo que genera adicción a ellos. Además, el aumento del contenido audiovisual ha provocado que necesitemos menos esfuerzo para procesar la información, lo que hace que no necesitemos prestar un grado elevado de atención.

En este sentido, cabe destacar términos como el autoplay y el scroll infinito, inventado por Aza Raskin en 2006 y adaptado por las redes sociales más tarde, generan un menú continuo que es difícil dejar de consumir, aunque sepamos que podríamos invertir ese tiempo en otras tareas. Además, con las tecnologías y los algoritmos tan avanzados que tienen las redes sociales actualmente, nos sale un contenido personalizado que deseamos consumir.

Dos profesoras de marketing estadounidenses: Kaitlin Wooley (Johnson Graduate School of Management, Cornell University) y Marissa A. Shaif (Wharton School, University of Pennsylvania), realizaron una investigación sobre las razones de por qué se da esta situación. Esta parte de un estudio previo que afirma que el 77% de los trabajadores consumen contenido en redes sociales durante el horario laboral y en algunos casos el tiempo que se dedica a ello es de varias horas.

Su investigación, publciada en Harvard Business Review, afirma que este escenario se produce por un «dejarse llevar involuntario» cuando por ejemplo cuando el usuario ve videos en TikTok o fotos de Instagram, ya que no toma una decisión consciente como «voy a destinar la próxima hora a ver vídeos en YouTube».

Wooley y Shaif llevaron a cabo su investigación con un grupo de 6.445 personas formado por trabajadores y estudiantes a los que sometieron a tres pruebas y ello les llevó a descubrir que hay otros tantos factores fundamentales que influyen en la incapacidad para dejar de hacer scroll y seguir viendo imágenes o vídeos del mismo tipo de contenido:

  • La cantidad de contenido consumido.
  • La similitud entre los contenidos consumidos.
  • El modo en que se consume contenido.

Una de las pruebas más interesantes trataba de determinar si el atractivo de lo denominado como rabbit hole (agujero de contenido similar por el que nos precipitamos casi sin querer) aumenta o disminuye según una persona ha consumido varias unidades del mismo contenido. Para ello crearon dos grupos y los miembros de uno de ellos vieron un vídeo musical y los del otro, cinco. Preguntados al terminar los integrantes de uno y otro grupo si les apetecía ver más, los que habían visto cinco se mostraron un 10% más proclives a hacerlo que los que habían visto solo uno, a pesar de que intuitivamente se podría pensar que iban a estar más “saturados”.

Otra prueba era medir el impacto de clasificar los vídeos como similares entre sí. Para ello, se mostraron las mismas dos piezas a dos grupos diferentes, uno con una etiqueta (educational video) y el otro sin ella. Aquellos que visionaron los videos clasificados se mostraron un 21% más proclives que el otro grupo a la hora de seguir viendo más videos de dicha temática.

En cuanto a la diferencia de consumir contenido, hicieron otra prueba para comprobar si es más adictivo hacerlo si se visualizan videos de forma consecutiva o alternándolo con otras tareas. En ella, un grupo llevó cabo dos tareas y luego visionó dos vídeos similares entre sí, y el otro alternó los vídeos con las tareas. Los miembros del primer grupo, aquellos cuyo visionado no se había visto interrumpido, se mostraron un 22% más propicios a consumir un nuevo vídeo.

«Ofrecen contenido de corta duración que hace muy fácil consumir varias unidades seguidas, muchas veces sugieren contenido similar al que se sigue consumiendo y hacen que los vídeos se pongan en marcha de forma automática, reduciendo la posibilidad de interrupciones”, afirman las autoras a la hora de hablar del diseño de las plataformas, creadas para que sigamos consumiendo contenido impulsivamente (YouTube, Instagram, Titter, Tiktok…). Además, otro factor como la accesibilidad de los contenidos también es vital, en referencia a la familiaridad que tenemos con el contenido y lo fácilmente que acude a nuestro pensamiento.

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